martes, 24 de abril de 2018

Rosas inmaculadas bajaron del cielo, a posarse sobre nuestros pechos, rojas como la sangre del Dios vivo, perfumadas como el alma del bebé. Rosas, rosas rojas y perfumadas adornaron nuestro pesebre de Luz. Hace mucho tiempo que nos escapamos del planeta de la Ilusión, nos fugamos hacia el reino de la Inmaculada Concepción, arrastramos nuestros cuerpos marchitos alumbrados por la Iluminación y la tierra amada nos curó e hizo todo posible: el Despertar, la Luz, la Resurrección, el Nacimiento, la Consciencia.

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